Un asunto personal

Lucas 8.42b-48 /NVI

«Jesús se puso en camino y las multitudes lo apretujaban. Había entre la gente una mujer que hacía doce años que padecía de hemorragias, sin que nadie pudiera sanarla. Ella se le acercó por detrás y le tocó el borde del manto, y al instante cesó su hemorragia.

—¿Quién me ha tocado? —preguntó Jesús.

Como todos negaban haberlo tocado, Pedro le dijo:

—Maestro, son multitudes las que te aprietan y te oprimen.

—No, alguien me ha tocado —replicó Jesús—; yo sé que de mí ha salido poder.

La mujer, al ver que no podía pasar inadvertida, se acercó temblando y se arrojó a sus pies. En presencia de toda la gente, contó por qué lo había tocado y cómo había sido sanada al instante.

—Hija, tu fe te ha sanado —le dijo Jesús—. Vete en paz».

 

Muchos hemos oído o leído esta historia.

Jesús caminando entre una multitud que lo aprieta, lo toca, lo aprisiona…

De repente el Señor se detiene. No porque la multitud impide su avance sino porque él lo decide.

Se detiene y quiere saber quién lo tocó… ¿Qué? ¿Quién lo tocó? Si todos lo estan tocando…

¿Que clase de pregunta es esta? ¿Maestro, si todos te tocan…?

—No! Alguien me tocó de una manera especial… Alguien me tocó con fe… y de mí salió Poder!

Que momento! Que historia!

Siempre me llamó la atención… y me pregunto… como será sentir que sale Poder de uno???

Y al leer este pasaje, mi atención siempre se dirigía a ese tema…

Pero la última vez que leí este pasaje, vino a mí un pensamiento…

El Espíritu Santo me preguntó… ¿Por qué Jesús quiso saber quién lo toco?

Si leemos, no fue para “retarla”… reprenderla o llamarle la atención… 

Aunque tal vez la mujer pensó esto mismo, porque se postró con temor delante del Señor…

Jesús NO quería reprenderla!!!

El Espíritu Santo me dijo… Jesús quería “conocerla”, verle la cara, tener un encuentro personal… que esta mujer sepa, es decir, tenga la seguridad en su corazón y en su mente, de que Jesús se interesaba personal y particularmente por ella.

Lo que el Señor me hizo meditar fue en el interés personal que él tiene por cada uno.

El podría haber sanado a miles y miles en forma masiva sin interactuar con ninguno en persona… sino con sólo subirse a un monte y desde allí dar la palabra de sanidad para todos…

Pero esto nunca estuvo ni está en el corazón del Señor. 

El te ama y me ama… personalmente. 

Cada uno de los que han habitado, habitan y habitarán este planeta son mucho más que un número para nuestro Dios, son un Asunto Personal para Él.


En los evangelios vemos muchos pasajes donde las multitudes seguían al Señor… y en la mayoría de ellas, podemos leer que el sanaba a todos los enfermos y liberaba a los endemoniados… pero si nos detenemos a meditar en todos los pasajes, podemos entrever el interés personal por cada uno.

Lucas 9.11 /NTV

«pero las multitudes descubrieron adónde iba y lo siguieron. Jesús los recibió y les enseñó acerca del reino de Dios y sanó a los que estaban enfermos».

 

Jesús sana a un leproso

Lucas 5:12-13 /NVI

«En otra ocasión, cuando Jesús estaba en un pueblo, se presentó un hombre cubierto de lepra. Al ver a Jesús, cayó rostro en tierra y le suplicó:

—Señor, si quieres, puedes limpiarme.

Jesús extendió la mano y tocó al hombre.

—Sí, quiero —le dijo—. ¡Queda limpio!

Y al instante se le quitó la lepra».

El Señor no tenía necesidad de tocar al leproso para sanarlo.

Podía sanarlo sin tocarlo.

Es más, como Rabí, y según la ley de Moises, no debía tocarlo, para no quedar impuro.

Pero, queridos, el Amor de Dios por nosotros es mucho más poderoso y más importante que cualquier ley, forma, cultura, tradición o religión.

El Señor está dispuesto y de hecho lo hizo, a cruzar el Universo, y atravesar todo tipo de separación, para mostrarnos personalmente su Amor.

Nosotros somos los leprosos, que hemos sido tocados por su Amor y hemos sido sanados.


Otro relato que muchos recordaremos, es cuando Jesús sanó el ciego Bartimeo.

En Marcos 10.46-52 leemos que Jesús está en Jericó y una gran multitud lo sigue.

Bartimeo al oir que Jesús pasaba por donde el estaba comienza a gritar…

Y lo hace de tal manera!!…, que a pesar de que muchos le gritaban para que se callara, Jesús escuchó su clamor… “Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí…”

Pero lo que me llama la atención de este pasaje es el vs. 49, que dice: “Jesús se detuvo…”

Si existió alguien ocupado en esta Tierra, con mucho por hacer, con una agenda nutrida y apretada… ese fue Jesús, el Hijo de Dios.

Su agenda incluía entre otras cosas importantes… “Salvar al Mundo”….

Y contra esta agenda, creanme que ninguna de nuestras agendas puede decir algo….

Pero aún así, hizo un hueco en su agenda, y detuvo su camino.

Por un instante, sus planes para el día… se detuvieron…

Y tuvo tiempo, para hablar cara a cara, con un “paria”, con un “don nadie”, con uno más…

Muchos podrían haberle dicho….

“Pero Jesús, si al fin y al cabo, cuando salves al mundo, este también va a estar incluído…”

“Te parece detenerte para atenderlo…??”

“Jerusalem te espera!!!”

No!. 

Todo puede esperar…, porque lo más importante para el Señor son las personas. 

Es su situación personal. 

Es tomarse el tiempo para escucharlos. Para ver donde estan, de donde vienen, cual es su historia… 

Marcos 10:46-52 /NVI

Después llegaron a Jericó. Más tarde, salió Jesús de la ciudad acompañado de sus discípulos y de una gran multitud. Un mendigo ciego llamado Bartimeo (el hijo de Timeo) estaba sentado junto al camino.

Al oír que el que venía era Jesús de Nazaret, se puso a gritar:

—¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!

Muchos lo reprendían para que se callara, pero él se puso a gritar aún más:

—¡Hijo de David, ten compasión de mí!

Jesús se detuvo y dijo:

—Llámenlo.

Así que llamaron al ciego.

—¡Ánimo! —le dijeron—. ¡Levántate! Te llama.

Él, arrojando la capa, dio un salto y se acercó a Jesús.

—¿Qué quieres que haga por ti? —le preguntó.

—Rabí, quiero ver —respondió el ciego.

—Puedes irte —le dijo Jesús—; tu fe te ha sanado.

Al momento recobró la vista y empezó a seguir a Jesús por el camino.


Hoy, y por lo menos en esta ciudad, estamos tan sobrecargados de actividades… que no tenemos tiempo para algo más…

Estamos tan ocupados que aún no terminamos de hacer lo que está en curso, que ya nuestra mente está pensando en lo que viene…

Y por lo tanto, nuestra mente está tan ocupada, que muchas de las conversaciones con el otro, se hacen de una manera “cuasi” autómata, al punto de no escuchar las respuestas del otro.

Estamos en “piloto automático” casi todo el día.

¿Que hubiera pasado con Bartimeo, si Jesús no se detenía… porque su meta era llegar a Jerusalem lo antes posible?

¿Y con la mujer que tocó el manto, si Jesús no se detenía? Más allá de sanarse… nunca hubiera tenido un encuentro personal con Cristo.

¿Y el leproso…? Después de tantos años de desprecio, abandono y soledad… si Jesús lo sanaba sin tocarlo, sin acercarse a él, ¿su corazón habría sido también sanado o solo su cuerpo?


 

Esta semana hubo un episodio que me hizo pensar un poco en todo esto…

Adelante de la casa que alquilamos hay una peluquería que es atendida por Manuela.

La relación es cordial pero muy esporádica. 

En esta ocasión, Alejandra cruzó algunas palabras y cuando se despidió, Manuela le dijo: “si, por favor por si me opero…” y palabras más, palabras menos, se saludaron y se despidieron…

Y Ale, al entrar a casa, penso… opero???”… así que volvió sobre sus pasos y fue a hablar con Manuela sobre el tema… ¿Como si me opero? … ¿De que te tienen que operar?

Y esto dio pie a una charla muy interesante sobre la fe, la espiritualidad, Dios, la iglesia, etc.

Y al finalizar, Ale le compartió del Señor, oró por ella y se comprometió a orar por ella…

Pero ¿qué hubiera pasado si todo quedaba en una conversación en forma autómata entre vecinos?

 

 

Y me pregunto:

—¿Cómo caminaría nuestra ciudad el Señor en estos días?

—¿Cuan ocupado estaría?

 

 

Hace muchos años se filmó un película que se tituló “El Cielo puede esperar”.

Y más allá de la temática de la película, pensaba que muchos hoy tienen un estilo de vida que expresa a todas voces… “El Cielo puede esperar”… o “Los Planes de Dios pueden esperar” … o “El otro puede esperar”… o “La necesidad del otro puede esperar”.

Y permítanme decir que esto no está en la voluntad de Dios para sus hijos.

Nada es más importante que la Voluntad de Dios.

Y lo que Dios quiere es que “nadie se pierda…”.

Su voluntad es que muchos conozcan su Amor, reciban su Caricia, experimenten su interes personal, su Amor por ellos.

 

La semana pasada meditábamos sobre el Poder y la Autoridad que Dios nos ha dado para sanar, liberar y anunciar el evangelio del Reino de Dios.

Pero esto va a ser muy dificil de llevarlo a cabo si nuestras agendas siguen siendo más importantes que Dios.

En este caso, podriamos decir que nuestra agenda, nuestros planes, nuestros horarios, nuestras actividades, son nuestro Dios, nuestro Señor.

Hemos desplazado al Señor por nuestra agenda.

Nos estamos perdiendo de experimentar a Dios en nuestra vida, porque nos hemos enredado en otros negocios… 

Dios quiere manifestarse con Poder y Autoridad a través nuestro … pero para que esto ocurra, debemos hacerle lugar en nuestra agenda…

Y más que lugar… debemos dejar que él arme nuestra agenda.

Claro que tenemos que trabajar, estudiar, ser padres, cumplir con nuestras responsabilidades…

Pero, si nos planteamos delante de Dios, nuestra agenda… y le pedimos a Él que nos guíe y nos dé sabiduría para organizarla… seguramente encontraremos tiempo y más tiempo… que podemos invertir en el Reino de Dios.

Jesús se interesó y se interesa personalmente por cada uno. Y esto porque nos Ama!!!

Y como dicen las Sagradas Escrituras en 1 Pedro 2.21… el Señor nos dejó su ejemplo …“para que sigamos sus pisadas”

¿Que es seguir sus pisadas…? Es hacer lo mismo que él hizo.

Debemos poner el freno de mano a nuestras vidas, replantearlas e interesarnos por el otro… 

Vos y yo tenemos mucho de Dios para ellos. Muchos de ellos nunca sabrán que Dios los Ama, si nosotros no nos «detenemos» para mostrarles el Amor de Dios por ellos y su situación.

Salgamos y cumplamos nuestro propósito: Ser de bendición para muchos.