Poder y Autoridad

El domingo pasado veíamos la confrontación de dos reinos.

Y también deciamos que el Señor nos ha liberado para liberar.

Leíamos lo que Jesús proclamó en la sinagoga al comienzo de su ministerio público.

Y a partir de este texto, veíamos que el Espíritu Santo de Dios nos unge para traer buenas noticias a los pobres, para sanar a los quebrantados de corazón, dar vista a los ciegos y proclamar libertad a los cautivos.

Y todo esto como demostración de que el Reino de Dios se ha hecho accesible a todo ser humano.

En el mismo sentir, hoy meditaremos en lo que el Señor nos ha dado por medio de su Unción para que cumplamos nuestro propósito durante nuestra vida en este mundo.

Porque si el Señor nos ha llamado, el mismo nos capacita para que cumplamos su llamado.

Por otro lado… 

No sé si te ha pasado, pero en determinadas ocasiones durante mi vida, he tenido la sensación de estar abrumado por las circunstancias a tal punto de no saber que hacer, de no poder hacer nada para cambiar algo, totalmente impotente, sin herramientas para afrontar dicha situación, resignado a lo que pase.

Pero ¿que pasaría si pudiéramos hacer algo pero no lo sabemos…?

¿Y si Dios nos ha dado sus armas para afrontar de otra manera lo que nos pasa?

¿Es la RESIGNACIÓN una virtud cristiana? Es decir una virtud de los que siguen a Cristo.

Si lo que entendemos por resignación es dejar de luchar, o darse por vencido, entonces, LA RESIGNACIÓN NO ES DE LOS QUE SIGUEN A CRISTO.

Porque el propósito de Dios para sus hijos es la Victoria. 

Y para disfrutar de la victoria, hay una lucha que tenemos que librar, para lo cual el Señor nos ha dado sus armas…

Aún la muerte, ha sido vencida.

Cuando el Señor nos llama, nos llama a una vida de Victoria sobre el pecado, sobre la muerte y sobre Satanás.

Por eso dice en Romanos 8, que “somos más que vencedores, por medio de Cristo”.

Y esta vida de victoria es sólo posible en Cristo y por medio de Él.

Cuando aceptamos seguirle y reconocerlo como nuestro Señor, nos bautizamos y pasamos a formar parte de su familia, de su cuerpo.

Y cuando el Espíritu Santo viene a nosotros y lo llena todo, su Unción, nos imparte algo más que sólo su presencia…

Veamos… 

Marcos 3:13-15 /RV60

13. Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. 

14. Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, 15 y que tuviesen AUTORIDAD para sanar enfermedades y para echar fuera demonios:

Cuando Jesús llamó a sus discípulos, les dió AUTORIDAD para sanar enfermedades y para echar fuera demonios.

Y en Lucas 9 dice:

Lucas 9.1-2, 6 / NBLA

1. Reuniendo Jesús a los doce discípulos, les dio PODER y AUTORIDAD sobre todos los demonios y para sanar enfermedades. 

2. Los envió a proclamar el reino de Dios y a sanar a los enfermos.

6. Entonces salieron, e iban por las aldeas anunciando el evangelio y sanando por todas partes.

1— ¿Que es PODER y que es AUTORIDAD?

 

PODER: δύναμις – dynamis. Poder, milagro, poderes milagrosos.

AUTORIDAD: ἐξουσία – exousia. Autoridad, poder, el derecho a controlar o gobernar. Libertad, poder, potencia, potestad.

 

El Señor nos ha dado SU PODER y SU AUTORIDAD.

Pero amados, si nos los dio, no fue para que los tengamos en la mesita de luz, en la repisa, al lado de la cama o para trerlos al encuentro del domingo…

Jesucristo, nuestro Señor, nos impartió su PODER y su AUTORIDAD para expulsar todos los demonios y para sanar enfermedades.

Por su Gracia y su decisión, el nos dió su Espíritu Santo quién nos da su Poder para que el Reino de Dios se manifieste y se extienda.

Tenemos la “libertad de acción”, es decir la libertad y el derecho de gobernar cada situación y cada circunstancia … esto es Autoridad… 

Y nos ha enviado a libertar y sanar.

Nos dió la libertad para que sanemos.

Al leer estos pasajes, queda claro que los que expulsamos a los demonios somos nosotros y los que sanamos las enfermedades, también somos nosotros… todo por la Gracia de Dios y en el Nombre de Jesús. 

Debemos creer esta verdad.

El Señor le dijo a sus discípulos vayan y anuncien el Reino de Dios… vayan y sanen… vayan y liberen… vayan y resuciten…

Y los discípulos le creyeron y fueron … y anunciaron, y sanaron, y liberaron. 

Hoy nos toca a nosotros creer en lo que el Señor nos dió y actuar en consecuencia.

Animarme a dar la Palabra de libertad y sanidad con la Autoridad del Espíritu de Dios.

 

Los 70

Cuando el Señor envió a los 70, les dijo…

Lucas 10.8-9, 19 /TPT

8 «Cuando entren en una nueva ciudad, y hayan sido recibidos por su gente, sigan estas reglas: Coman lo que se les sirve.

9 Sanen a los enfermos y diganle a todos: «¡El reino de Dios ha llegado y ahora está a vuestro alcance!»

 

Y cuando volvieron, les aclaró sobre la Autoridad que les había dado y que poder tenía esta Autoridad sobre Satanás:

vs. 19

Ahora entienden que les he impartido mi AUTORIDAD para pisotear su reino. Pisotearás a cada demonio ante ti y vencerás todo poder que Satanás posee. Absolutamente nada te hará daño mientras camines en esta AUTORIDAD.

 

El Señor nos ha impartido su AUTORIDAD, y esto nos da el derecho de gobernar sobre el reino de Satanás.

Como enviados del Señor, tenemos el PODER y la AUTORIDAD para pisotear y vencer todo poder del enemigo.

Y agrega… “y nada les hará daño” y esta parafrasis agrega… “mientras camines en esta AUTORIDAD”.

 

Es que la AUTORIDAD ESPIRITUAL que nuestro Señor nos ha delegado, tiene principios que debemos respetar.

 

A– Uno de los principios es que debemos hacer lo que el Señor nos pide.

El no dijo, vayan y pueden hacer lo que quieran… sino que dio precisiones respecto de lo que debiamos hacer…

Anunciar, sanar, resucitar, liberar.

Dar de gracia lo que hemos recibido de gracia.

Proclamar las buenas noticias del Reino de Dios no sólo con palabras sino con poder y autoridad.

B– Otro de los principios es que debemos estar bajo Autoridad para ejercer Autoridad.

 

Lucas 7:8-9 /NBLA

8 Pues yo también soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a este: “Ve”, y va; y a otro: “Ven”, y viene; y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace».

9 Al oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la multitud que lo seguía: «Les digo que ni aun en Israel he hallado una fe tan grande».

 

Aquí vemos que este centurión romano, expresa claramente este principio de Autoridad Espiritual.

El dijo: “soy hombre bajo autoridad, y tengo soldados bajo mi autoridad”…

 

No podemos ejercer la Autoridad que Jesús nos ha delegado si no vivimos bajo Autoridad.

 

Pero, ¿que es vivir bajo Autoridad?

— Es responder espiritualmente a un mayor.

— Es estar relacionado espiritualmente con un hermano que me guíe, que me discipule.

— Es ser fiel a la visión que me han mostrado.

 

Cuando Pablo le escribe a Timoteo su segunda cartar, le manda claramente, que lo que necesitaba la obra de Dios para seguir creciendo era de “hombres fieles” que sean capaces de transmitir lo mismo que se les enseño a otros.

El hacer “la mía”, según lo que a mí me parece, según mi propia mirada, me quita Autoridad Espiritual.

Porque allí en lugar de fidelidad puede empezar a operar un espíritu de orgullo, de rebeldía…

Por esto el Señor elogió tanto a este centurión romano y dijo que no había encontrado en el pueblo de Dios a un hombre con esta fe.

 

Imaginemos por un momento que es lo que pasará cuando comencemos a caminar en este estilo de vida.

— Cuando nuestras oraciones dejen de ser oraciones que sólo mendigan una bendición y pasen a ser oraciones que gobiernen.

— Cuando frente a las distintas circunstancias que se nos presentan en esta vida, asumamos la Autoridad que el Señor nos delegó y ordenemos que el enemigo retroceda y que los demonios dejen libre las vidas.

— Cuando entendamos que lo más importante es que las personas sean salvas y no sólo sanas.

— Cuando frente a las enfermedades, creamos en el PODER y la AUTORIDAD que el Señor nos ha dado y las sanemos en el nombre del Señor como manifestación clara y visible de la llegada del Reino de Dios.

— Cuando realmente creamos como dice Efesios 2.6 que estamos sentados en lugares celestiales con Cristo y que desde allí podemos gobernar.

 

Pero, ¿Qué es lo que puede impedir que vivamos en esta fe….?

Lucas 10.21 /TPT

Entonces Jesús, rebosante de alegría del Espíritu Santo, exclamó: «¡Padre, gracias, porque eres el Señor Supremo sobre el cielo y la tierra! Has ocultado la gran revelación de esta autoridad a los que son orgullosos, a los sabios ante sus propios ojos, y la has compartido con aquellos que se humillaron. Sí, Padre. Esto es lo que agrada a tu corazón: dar estas cosas a aquellos que son como niños confiados.

 

— Si creo que ya lo sé todo y que no necesito que nadie esté sobre mi vida…

— Si me creo sabio en mi propia opinión…

— Si no estoy dispuesto a recibir una nueva revelación de parte de Dios…

— Si no me humillo ante el Señor reconociendo que el es mucho más grande que todo lo que pueda imaginar, pensar, creer,….

Entonces dice el Señor, que esto queda oculto… es decir que más allá de las palabras… no hay una revelación de Dios en el corazón… 

Pero si por el contrario, me hago como un niño confiado, inocente, sin conocimientos previos, que todo lo cree, que está dispuesto de corazón a que le enseñen y que lo guien, que entiende que Dios inabarcable, y que pasará toda la vida tratando de conocer algo más de Él…

Entonces, el Señor está dispuesto a llevarme… a llevarnos… a lugares espirituales donde nunca imaginamos estar…

Y por medio de nuestra vida, muchos conocerán a Dios.

Y como le dijo Jesús a Marta, la hermana de Lázaro: “¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios?”