Libres para Libertar

—¿Que te pasa conmigo?

—¿Te pasa algo?

—¿Que estas haciendo acá?

Esto que parece una expresión propia de un encuentro callejero entre dos a punto de pelear.

Y más acorde a una película … es una expresión que está en las Sagradas Escrituras.

Tal vez un poco maquillada, pero en realidad es la misma expresión.

El que la dice es la voz de un ejercito que mantiene bajo su dominio toda una región.

Dominio que ejerce bajo el temor y la opresión. 

Región bajo el terror de un poder que no saben como contener.

No saben, porque han tratado por distintos medios pero sin ningún tipo de éxito.

Por lo cual, de alguna manera, han aprendido a convivir con este poder incontenible delante del cual se encuentran totalmente indefensos.  

El relato bíblico, nos da cuenta de una confrontación que tiene su origen mucho antes de la existencia del mundo, del hombre y de lo que todos conocemos como humanidad.

Es una de las tantas confrontaciones que tuvieron lugar a partir de la llegada de Cristo a esta Tierra.

Y no sólo tuvieron, sino que de la misma manera, hoy como Cuerpo de Cristo, como Iglesia del Dios viviente, debemos tener.

Y digo esto, porque si seguimos a Cristo como nuestro Señor, como nuestro Kyrios, esta confrontación es ineludible.

Es decir no la podemos esquivar.

El episodio está en Lucas 8 y en Marcos 5.

Jesús y sus discípulos cruzan el lago de Galilea y llegan a una región denominada DECÁPOLIS.

DECÁPOLIS, significa 10 ciudades.

Esta era una región que estaba al Este del río Jordán, con una cultura totalmente distinta a la cultura judía.

Sin ningún tipo de conocimiento de la fe de la nación Israelita, era una región de alguna manera independiente que vivían con una cultura predominántemente griega o helenísta.

Cuando Jesús llega a esta región, es significativo lo que relata la Palabra de Dios.

Lucas 8.27 /NBLA

Cuando Jesús bajó a tierra, le salió al encuentro un hombre de la ciudad poseído por demonios, y que por mucho tiempo no se había puesto ropa alguna, ni vivía en una casa sino en los sepulcros.

La imagen es digna de una película de guerra.

Ni bien un ejercito trato de asentarse en la playa, lo que en la jerga de guerra se conoce como “cabeza de playa”, al momento fue confrontado por el otro ejercito que tenía dominio sobre esa región.

Porque aunque lo que vemos es a un solo hombre poseído por demonios, lo que en realidad vemos es la punta del “iceberg”.

Lo que no se ve es lo que en realidad está pasando.

Una región, lejos de Dios y sus promesas, lejos de Dios y su cuidado y bajo el dominio de la idolatría, de creencias paganas y de demonios.

La confrontación es clara.

Los demonios dentro de este hombre, saben quien llegó. 

Pero aún así no dudan en confrontarlo.

Una versión del versículo 28 dice: 

Lucas 8.28 /DHH

Cuando vio a Jesús, cayó de rodillas delante de él, gritando: —¡No te metas conmigo, Jesús, Hijo del Dios altísimo!…

El diablo sabe quien es Jesús. 

Sabe de su Poder. 

Sabe que frente a Él no tiene nada que hacer…

Pero aún así, lo enfrenta.

Pero esta escaramuza sólo tiene un fin posible.

El Hijo del Altísimo, quien tiene todo el Poder, venció, vence y vencerá.

Nunca a perdido y nunca lo hará.

Y el Reino de Dios se ha acercado también a esta región.

Y esto quiere decir, que el dominio de Satanás está llegando a su fin también en DECÁPOLIS.

Porque donde Jesús posa sus pies, el Reino de Dios ha llegado.

Y si el Reino de Dios ha llegado, Satanás retrocede.

Porque como dice Juan 1.5

Juan 1.5 /NVI

Esta luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no han podido extinguirla.

 

¿Pero, que es lo que hace el enemigo con el ser humano?

¿Que podemos ver en este hombre?

2 o tres particularidades a destacar…

-Estaba desnudo y vivía en los sepulcros…

La desnudez es símbolo de indefensión y desamparo.

También nos habla de vergüenza. De la pérdida de la dignidad humana.

Es que como dijo Jesús, el “ladrón (osea el diablo) viene para matar, hurtar y destruir”.

La personas sin Dios, estan indefensas y desamparadas ante lo que el diablo quiere hacer con ellas.

Y poco a poco les hurta todo tipo de dignidad humana, llevándolos a la destrucción y a su muerte.

Es así como Lucas describe a este hombre… desnudo y viviendo en medio de los sepulcros, es decir la muerte.

Lucas 8:29 /NVI

Es que Jesús le había ordenado al espíritu maligno que saliera del hombre. Se había apoderado de él muchas veces y, aunque le sujetaban los pies y las manos con cadenas y lo mantenían bajo custodia, rompía las cadenas y el demonio lo arrastraba a lugares solitarios.

…y el demonio lo arrastraba a lugares solitarios

Lugares solitarios: La palabra original significa: “Desolado, deshabitado, desierto, sin cultivar, abandonado por otros, privado de la ayuda y protección de otros, especialmente de amigos, conocidos, parientes”.

Es decir, no significa apartarse por un rato para estar solo y meditar. O ir a pasar un tiempo alejado para hacer un retiro espiritual. 

Por el contrario nos habla de desolación: Sensación de hundimiento o vacío provocada por una angustia, dolor o tristeza grandes. Ruina y destrucción completa de un edificio, un territorio, etc., de manera que no quede nada en pie.

Si hay alguien que intenta separarte de Cristo, es el diablo. 

Si hay alguien que intenta separarte de tu hermano en Cristo, ese es el demonio. 

Es Satanás quien quiere arrastrarte al desierto, a lugares inhabitados, desolados, sin fruto, donde la soledad lo llena todo y te encierra lejos de la ayuda de Dios, de tus hermanos y de la contención de la familia de Dios, buscando con esto tu destrucción completa.

¿Cuánto más podría vivir un hombre en estas circunstancias?

No creo que mucho más.

Es por esto que el Señor llegó a la región de Decápolis.

Porque el Señor nunca llega tarde.

El vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

Nuestro Señor estuvo dispuesto a vencer todo tipo de separación o división , sean estas geográficas, culturales o de creencias, con el sólo propósito de liberar y salvar al necesitado, al hambriento, al desterrado, al desamparado, al solo, al deprimido, al avergonzado, al desnudo, al endemoniado, a quién sea…

Porque la llegada de Jesús, el Rey de Reyes y Señor de Señores, es la llegada del Reino de Dios con todo su Poder y su Gloria. 

Cómo dice Lucas 4.18-19

Lucas 4.18-19 /TPT

El Espíritu del Señor está sobre mí, y me ha ungido para que sea esperanza para (o «para traer buenas nuevas a») los pobres, sanidad para los quebrantados de corazón y ojos nuevos para los ciegos, y para proclamar a los prisioneros: «¡Estás libre!» He venido a compartir el mensaje del favor de Dios, los años en los que Dios aceptará al hombre.

Lo que hoy recordamos y proclamamos es la victoria de Jesús sobre Satanás, sobre el pecado y sobre la muerte.

Victoria que nos ha hecho libres.

Si hoy podemos decir que somos libres en Cristo, es por lo que hoy recordamos y es para que salgamos a libertar en el nombre del Señor y en su Poder.

Es tiempo de que como su Cuerpo, su Iglesia, tomemos nuestro lugar y confrontemos con nuestros actos, con nuestra vida, y también con nuestra Palabra, al reino de las Tinieblas.

Lo único que debemos hacer es poner nuestro pie sobre la tierra que transitamos cada día.

Nuestro trabajo, nuestro lugar de estudio, nuestro familia, nuestro barrio.

De la misma manera y con la misma fe y autoridad con la que el Señor pisó la región de Decápolis, así debemos «pisar» cada región espiritual y vivir nuestra fe en el Poder del Espíritu Santo.

Y Satanás, retrocederá.

Porque las puertas del reino de Satanás, no prevalecerán contra el Reino de Dios.

Y Dios nos ha ungido con su Espíritu Santo, de la misma manera que lo hizo con el Señor, para que salgamos a proclamar “Sos libre, en el nombre del Señor”.