
Preparando la meditación de hoy, y sin tener un sentir claro de que es lo que tenía que compartir, el Espíritu Santo trajo a mi corazón este pasaje:
Hebreos 1:1-3 /NBLA
1 Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, 2 en estos últimos días nos ha hablado por Su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas, por medio de quien hizo también el universo. 3 Él es el resplandor de Su gloria y la expresión exacta de Su naturaleza, y sostiene todas las cosas por la palabra de Su poder. Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, el Hijo se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,
Este pasaje nos presenta dos espacios de tiempo.
El primero podríamos asociarlo a lo que se denomina en Historia… Antes de Cristo.
Durante todo ese período, Dios utilizó hombres y mujeres que fueron ungidas para dar mensajes de parte de Dios.
El segundo espacio de tiempo, es lo que en la Biblia se denomina los Últimos o los Postreros tiempos.
Este período va desde la Primera venida del Mesías hasta su Segunda Venida.
Y en este espacio de tiempo, en el cual estamos viviendo, Dios ha hablado y lo seguirá haciendo por su Hijo.
Así que lo que realmente importa es lo que Jesús dijo y lo que aún tiene para decirnos.
Vos y yo podemos argumentar, razonar y tratar de interpretar… pero si no afinamos el oído para escuchar a Jesús, corremos el peligro de escuchar otra voz y seguir a otro pastor.
Teniendo en cuenta esto, algunas de las preguntas que debemos hacernos son…
¿Qué me dice Dios Padre a través de su Hijo?
¿Qué me dice la vida de Jesús?
¿Qué me revela el Espíritu Santo sobre la Palabra y la Vida de Jesucristo?
Todos hablamos español. Algunos otros también hablan ingles, o portugués, o aymará…
De la misma manera, Dios quiere enseñarnos un nuevo lenguaje, un nuevo idioma.
Él quiere comunicarse con nosotros en “su Hijo”.
Porque Jesús es el idioma de Dios.
Queremos comprender a Dios.
Queremos entender qué es lo que Dios quiere para nosotros.
Aprendamos a hablar este nuevo idioma, este nuevo lenguaje.
Su Hijo, Jesús el Mesías Príncipe, El Ungido de Dios, Jesucristo, es el Idioma que Dios utiliza para hablarnos.
Todo, absolutamente todo el mensaje de Dios para el ser humano está en su Hijo Jesucristo.
No sólo está en su Hijo, sino que todo el mensaje de Dios para el ser humano es su Hijo.
Hebreos 1.3 (varias versiones)
– Él es el resplandor de Su gloria y la expresión exacta de Su naturaleza…
– El Hijo es el deslumbrante resplandor del esplendor de Dios, la expresión exacta de la verdadera naturaleza de Dios: ¡el reflejo exacto de Dios!
– El Hijo, que siendo reflejo resplandeciente de la gloria del Padre e imagen perfecta de su ser
– Él es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de su ser…
El Hijo es la expresión exacta de Dios, la imagen perfecta de su ser, de su verdadera naturaleza, de cómo es Él, de cual es su carácter, de cual es su actitud para con el ser humano.
Cada uno de nosotros podemos pasar toda una vida tratando de conocer y/o explicar que y cómo es Dios…
Pero si conocemos a Cristo, ya no necesitamos ninguna otra explicación…
La Palabra de Dios revelada en las Sagradas Escrituras se entiende a partir y a través de Cristo.
El Antiguo Testamento apunta a Cristo, su venida, su vida y su obra para pagar el precio de nuestra salvación.
El Nuevo Testamento nos habla de su vida, su obra, el final de la historia humana y la vida eterna que nos espera.
Cristo es el Centro de las Sagradas Escrituras. Él es el tema, el personaje central a través de todas las Sagradas Escrituras. Él es la Palabra de Dios.
Es por esto que “No hay revelación de la Palabra escrita de Dios si no es por medio de Jesucristo”.
Las preguntas vuelven a surgir…
¿Qué me dice Dios Padre a través de su Hijo?
¿Qué me dice la vida de Jesús?
¿Qué me revela el Espíritu Santo sobre la Palabra y la Vida de Jesucristo?
Vos y yo necesitamos responder a estas preguntas.
Necesitamos ser honestos con nosotros mismos y responder.
No desde lo intelectual, o desde lo que nos han enseñado que debemos responder…
Sino desde nuestra propia experiencia.
Desde lo profundo de nuestro corazón.
Desde nuestra intimidad.
Claro que podríamos argumentar de que nos es imposible entender a Dios… de que no entendemos la forma de hablar de Dios… que recién estamos empezando…
Pero frente a estas y otras argumentaciones o excusas, Dios dice que si entregaste tu vida a Cristo, y le reconociste como tu Señor y te bautizaste, entonces Dios mismo vino a vivir en tu vida, trayendo su Salvación a tu existencia.
Por lo tanto, el Espíritu Santo que vive en cada uno de los hijos de Dios, es el encargado de hacerte entender y enseñarte el lenguaje de Dios, es decir, de revelarte a Cristo. De abrir tus ojos espirituales para que lo puedas comprender.
Juan 16:13-15 /NTV
13 Cuando venga el Espíritu de verdad, él los guiará a toda la verdad. Él no hablará por su propia cuenta, sino que les dirá lo que ha oído y les contará lo que sucederá en el futuro. 14 Me glorificará porque les contará todo lo que reciba de mí. 15 Todo lo que pertenece al Padre es mío; por eso dije: “El Espíritu les dirá todo lo que reciba de mí”.
La vida de Jesús tuvo un impacto transformador en los que estuvieron cerca de Él.
Muchos, podríamos decir miles… recibieron o fueron testigos presenciales de milagros asombrosos que Jesús realizó…
Pero sólo los que estuvieron cerca de Él, fueron los que percibieron algo más… Y fueron transformados.
Miles los seguían… por los panes y los peces… pero sólo 120 creyeron en Él como el Hijo de Dios y creyeron que este Jesús iba a cumplir la promesa que les había hecho y obedecieron su mandato de esperar hasta que el Espíritu Santo sea enviado.
Alguna vez alguien dijo que Dios no grita… sino que susurra al oído.
Y para escuchar el susurro… debemos estar cerca.
La transformación viene como consecuencia del compromiso de estar cerca.
De ser cercano. De tener un pacto de amistad profundo.
Es allí, cuando Dios se da a conocer, abre nuestro entendimiento espiritual y revela su ser, su naturaleza, su carácter, hablándonos “en Cristo”.
Cuando decidimos vivir cada día “cerca” de Él…
Cuando cultivamos esa amistad profunda…
Jesús deja de ser sólo un hecho histórico, o un hombre santo…
Y pasa a ser el Hijo de Dios, el Señor de Señores y el Rey de Reyes.
Juan escribió de Él…
1 Juan 1.1-4 /NTV
1 Les anunciamos al que existe desde el principio, a quien hemos visto y oído. Lo vimos con nuestros propios ojos y lo tocamos con nuestras propias manos. Él es la Palabra de vida.
2 Él, quien es la vida misma, nos fue revelado, y nosotros lo vimos; y ahora testificamos y anunciamos a ustedes que él es la vida eterna. Estaba con el Padre, y luego nos fue revelado.
3 Les anunciamos lo que nosotros mismos hemos visto y oído, para que ustedes tengan comunión con nosotros; y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo, Jesucristo.
4 Escribimos estas cosas para que ustedes puedan participar plenamente de nuestra alegría.
¿Jesús es para mi vida la Palabra de Vida?
¿Es la Vida misma? ¿Tengo certeza en el espíritu de que Él es la Vida Eterna?
Necesitamos que el Espíritu Santo nos revele esto.
Porque cuando estas verdades son reveladas a nuestro espíritu… entonces no necesitamos que nadie nos esté empujando a buscarlo, a leer la Palabra, a obedecerlo, a vivir para Él…
Es un antes y un después… No hay grises… Es blanco o es negro…
No nos quedemos a medio camino.
No nos quedemos con sólo las primeras cosas… con sólo el conocimiento intelectual…
El saber mental o intelectual no nos cambia. No nos transforma.
Si fuera así, Satanás sería santo…
O Judas no lo hubiera traicionado…
Lo que nos transforma a la imagen de Cristo, es el saber espiritual.
Y este saber es por revelación.
Y esta revelación viene por Gracia de Dios, cuando decidimos en completa humildad, aceptar vivir bajo el Señorío de Cristo, siendo cercano, íntimo con Él.
Pablo lo expresó de esta manera:
2 Corintios 3:16-18 /NTV
16 En cambio, cuando alguien se vuelve al Señor, el velo es quitado. 17 Pues el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. 18 Así que, todos nosotros, a quienes nos ha sido quitado el velo, podemos ver y reflejar la gloria del Señor. El Señor, quien es el Espíritu, nos hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados a su gloriosa imagen.
Volviendo al pasaje de Hebreos 1…
En estos últimos tiempos… Dios nos habla en “el Hijo”.
Ya sin intermediarios.
El Dios Todopoderoso. Creador de todo el Universo. Nos habla. Nos da a conocer su corazón.
Nos revela su Plan. Sus propósitos.
Se da a sí mismo.
Y todo esto en un amoroso y poderoso lenguaje… Jesucristo.
Entonces… como Pablo les escribió a los Romanos 12.1…
Me atrevo a decirte… Amados hermanos, ¿cuál debería ser nuestra respuesta adecuada a las maravillosas misericordias de Dios?”