Luego de 70 años de cautiverio en Babilonia, Ciro el Persa emite un decreto por el cual se permite a los Israelitas comenzar a volver a su tierra.
Uno de los líderes de este primer grupo que volvió, era un hombre, descendiente del rey David, que había nacido en Babilonia, y que fue nombrado como gobernador de Jerusalem.
Su nombre: Zorobabel, que precisamente significa, “engendrado en Babel o Babilonia”.
Uno de los primeros encargos que tenía este grupo que volvió a Jerusalem, era reconstruir el templo.
Esto había comenzado con mucho entusiasmo, pero luego de un tiempo donde tuvieron que enfrentar distintos tipos de conflictos, la construcción se detuvo totalmente.
Los años pasaron y la reconstrucción del templo de Jerusalem junto con la restauración del culto a Dios quedó en la nada.
Es entonces que aparecen en escena dos profetas en forma casi simultánea.
Hageo y Zacarías, quienes tenían algo de parte de Dios para su pueblo…
Y en el capítulo 4 de Zacarías, vemos lo que Dios quiere decirle a Zorobabel, quién era el que tenía que tomar la decisión y también dirigir la finalización de la obra de reconstrucción del templo.
Zacarías 4.6-7 /RV2020
6 Entonces me dijo:
—Esta es palabra del Señor para Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho el Señor de los ejércitos.
7 ¿Quién eres tú, gran monte?
Delante de Zorobabel serás reducido a llanura; él sacará la primera piedra entre aclamaciones de ¡Qué bella, qué bella es!
Parece que el recomenzar la restauración del templo de Jerusalem, representaba para Zorobabel como escalar un gran monte…
No les ha pasado alguna vez que comienzan a realizar un trabajo o una tarea con todo el entusiasmo y que si por alguna razón se tienen que detener, luego volver a comenzar cuesta el doble…???
Tal vez la presiones sociales eran muchas…
Tal vez no había mucha mano de obra dispuesta…
Tal vez con quienes contaba “a priori” para ayudar estaban ocupados en sus negocios…
Tal vez al ver que muy pocos lo apoyaban y estaban dispuestos, el desánimo le había ganado …
El profeta Hageo relata lo que estaba pasando con detalle…
HAGEO 1.2-4 /NTV
2 «Esto es lo que dice el Señor de los Ejércitos Celestiales: el pueblo alega: “Todavía no ha llegado el momento para reconstruir la casa del Señor”».
3 Entonces el Señor envió el siguiente mensaje por medio del profeta Hageo:
4 «¿Por qué viven ustedes en casas lujosas mientras mi casa permanece en ruinas?».
El pueblo que había vuelto de estar cautivos… ya se había olvidado de lo que el Señor dándole la libertad… y en lugar de hacer lo que Dios les había pedido… aprovecharon su libertad para su propio bien…
Se ocuparon más de sus vidas, de su comodidad, que de edificar el Santuario de Dios.
Es en este contexto que Zorobabel recibe el llamado de atención del Señor para volver a reedificar el templo.
Y por lo que leemos en Zacarías 4.6, es muy probable que lo primero que se le pasó por la cabeza fue hacer uso de los recursos que tenía a su disposición: Fuerza humana, recursos humanos…
Y esto es muy nuestro, muy del ser humano…: sabemos lo que tenemos que hacer, sentimos como una responsabiliad moral o social o religiosa… y entonces para tratar de sobreponernos y romper la inercia del “no hacer”, lo primero que trato es buscar en mi fuerza de voluntad, en mis recursos, en mi inteligencia, en mis posibilidades, armamos un plan de lucha, armamos un cronograma…
“No con ejército…” nos habla de un esfuerzo colectivo, de la utilización de los recursos de un grupo…
“…ni con fuerza,” nos habla del esfuerzo individual…
Dios le dice a Zorobabel, “no por los recursos de muchos ni de uno, sino por mi Espíritu. No será por su astucia, su habilidad o su fuerza física que el templo será reconstruido, sino por el Espíritu de Dios”.
De la misma manera que Dios le llamó la atención a Zorobabel, hoy nos está llamando la atención a cada uno de nosotros.
El mundo cambió y seguirá cambiando …
La sociedad que era, ya no es más…
Hace sólo 5 años, era otro mundo…
Y como Casa espiritual de Dios, la iglesia ha sufrido y seguirá sufriendo los cambios…
Es posible que en muchas áreas, hemos descubierto que el tiempo pasó, los embates de todo tipo hicieron su efecto y las paredes de nuestra vida se han ido agrietando, despintando, y comenzaron a aparecer grietas…
Nuestras vidas como templo o santuario de Dios, se ha ido descuidando.
El esplendor de un principio, ya hace mucho que dejó de ser.
Y cada vez que el Señor con mucho amor nos recuerda aquellos tiempos… se nos hace muy dificil romper la inercia y aunque muchas veces hemos tratado, nuestros esfuerzos se han vuelto inútiles…
Tal vez, lo que comenzó con una simple grieta, ya se convirtió en una abertura y que necesitamos hacer algo, porque por ese hueco entran todo tipo de cosas…
Hoy nos damos cuenta que nuestras vidas necesitan volver a Dios. Que nuestra familia necesita que volvamos a Dios.
Lo que viví espiritualmente muchos no lo conocen. Hace tantos años que lo único que conocen de mí son las luchas, las debilidades, las caídas…
Nuestros hijos no tienen ni idea de lo que era mi vida cuando mi relación con el Señor era fluída.
Individualmente y colectivamente, necesitamos lo Nuevo de Dios para este tiempo.
Necesitamos reedificar el Santuario de Dios. Necesitamos reedificar espiritualmente nuestras vidas.
El mundo, la sociedad puede cambiar todo lo que quiera… de hecho lo hará…
Pero a Dios esto no lo sorprende. Y Él quiere prepararnos para todo lo que viene.
Sus promesas siguen intactas. Él no cambia. Él es el mismo por siempre.
Dios ya está en el mañana, en el futuro.
Él tiene todo lo que necesitamos para enfrentar lo que se avecina.
Entonces, lo que necesitamos hacer, es volver a reedificar nuestra relación con Dios.
Necesitamos reedificar el Santuario que somos.
Y la única manera de hacer, como Dios le dijo a Zorobabel, es por medio del Espíritu de Dios.
No es con nuestros esfuerzos, inteligencia, astucia, recursos…
Nuestras vidas, la obra de Dios y la iglesia no se edifican con esfuerzo humano.
Necesitamos de la intervención poderosa, maravillosa, amorosa, sorprendente y sobrenatural del Espíritu Santo de Dios.
“No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho el Señor de los ejércitos.”
Y necesitamos que esta intervención del Espíritu de Dios en nosotros sea constante.
No nos conformamos con sólo un momento.
No nos conformamos con sólo un día…
Necesitamos al Espíritu de Dios TODOS LOS DÍAS y a cada instante.
Si leemos todo el capítulo 4 de Zacarías, Dios le muestra por medio de un sueño un candelabro de oro que es alimentado constantemente con el aceite de dos árboles de olivo que están conectados directamente a este candelabro…
El aceite era el combustible para los candelabros.
El aceite es lo que representa al Espíritu Santo de Dios.
Esto nos dice claramente que necesitamos estar “conectados, enchufados” a la fuente de aceite.
Necesitamos que el aceite fluya continuamente.
Necesitamos vivir conectados al Espíritu de Dios.
Necesitamos que fluya continuamente.
No podemos quedarnos sin aceite.
Necesitamos de su aceite para vivir.
En San Juan 15, el Señor les dijo a sus discípulos:
SAN JUAN 15.4 /TLA
»Si ustedes se mantienen unidos a mí, yo me mantendré unido a ustedes. Ya saben que una rama no puede producir uvas si no se mantiene unida a la planta. Del mismo modo, ustedes no podrán hacer nada si no se mantienen unidos a mí.
El apóstol Pablo lo dice así…
EFESIOS 5.18 /TPT
No se embriaguen, pues no se podrán controlar; más bien dejen que el Espíritu Santo los llene y controle.
Y no te emborraches con el vino, que es rebelión; en su lugar, se lleno continuamente con el Espíritu Santo.
Es por esto que el miércoles pasado hemos comenzado nuestros encuentros de oración para clamar a Dios como iglesia para que el Señor se manifieste en medio nuestro.
Necesitamos su llenura, su plenitud, su poder, su vida.
Queremos lo nuevo de Dios para nosotros en este tiempo.
Es por esto que necesitamos clamar en unidad de espíritu, teniendo el mismo sentir, para que el Señor nos renueve, nos vuelva a bautizar en su Espíritu.