Estamos entrando en el último cuarto de este año 2022.
Y al entrar en esta última etapa, es posible que muchos estemos de alguna manera percibiendo que nuestras fuerzas se van acabando…
Tomando la metáfora de la luz, es como que poco a poco nos vamos apagando…
Si tenés un automovil, es como que la óptica de tu vehículo se ha rayado tanto o se ha “envejecido” tanto, que se ha opacado y entonces no deja pasar la luz que emite la lámpara y por lo tanto… alumbra mucho menos de lo que alumbraba cuando fue 0 Km.
Claro que esta falta de fuerzas, o de luz, o esta merma en nuestra capacidad de alumbrar, puede tener muchas causas.
Situaciones vividas durante estos meses pasados… o tal vez años…
Problemas, enfermedades, disgustos, pérdidas, crisis familiares, personales, laborales, económicas, problemas con nuestros familiares, hijos, padres, hermanos… etc…
Y todo esto, ha ido quitándonos las fuerzas, apagando nuestra luz, y opacando nuestra vida de tal manera que estamos tratando sólo de llegar a fin de año… como si el sólo hecho de llegar a un “break”, a un descanso, a un tiempo de vacaciones, pudieran cambiar algo…
Y pensando un poco en todo esto, lo primero que vino a mi mente fue:
“Necesitamos cambiar… hay algo que tenemos que hacer para que esto no siga de la misma manera…”
Y meditando en esto, vino a mi corazón un versículo que me llevó a otros 2 pasajes… que quiero que veamos en esta mañana.
Hay una palabra que sólo se utiliza 4 veces en todo el Nuevo Testamento.
La primera vez es utilizada por los autores de los evangelios Mateo y Marcos, en el relato de la transfiguración.
Y las otras 2 veces la utiliza el apóstol Pablo, al enviar sus cartas.
La palabra es μεταμορφόω (metamorphóō) de la que se deriva la palabra que nosotros conocemos “metamorfosis”.
Y cada pasaje nos habla de cambios.
El primer pasaje está en Mateo 17.
Mateo 17.1-2 /NBLA
Seis días después, Jesús tomó con Él a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto.
Delante de ellos se transfiguró; y Su rostro resplandeció como el sol y Sus vestiduras se volvieron blancas como la luz.
Nuestro Señor Jesús, llevó a 3 de sus discípulos a un monte alto… y delante de ellos se transformó.
Un comentario bíblico dice de este hecho: “La palabra transfiguró habla de una transformación, no solamente un cambio en la apariencia física. Jesús se hizo tan brillante en su apariencia que era difícil de ver ( como el sol ).”
Permítanme decirlo así: “Jesús se desvistió de su forma humana y mostró su forma divina”.
Brillaba tanto como el Sol. Su rostro, todo su cuerpo y sus vestiduras encandilaban a los 3 discípulos.
Su cuerpo se hizo LUZ.
¡Qué experiencia!
Fue tal, que Juan luego fue quien escribió… “vimos su Gloria”… “Dios es Luz”… “La Luz vino al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la Luz…”.
En primer lugar este pasaje me habla de nuestro futuro.
Hay una realidad temporal a la cual todos estamos “atados”… pero de la misma manera hay hay realidad espiritual que nos espera.
La palabra de Dios nos dice que llegará el momento en que este cuerpo que está destinado a pudrirse… dejará de ser y entonces seremos revestidos de un cuerpo glorificado… un cuerpo similar al de Cristo…
Muchas veces el Señor nos da un pantallazo, una imagen, para que nosotros tengamos una idea de lo que nos espera, para que nuestra fe crezca, para que vislumbremos la gloria que nos espera…
En segundo lugar me habla de un proceso… un proceso de transformación…
De alguna manera el Señor les mostró a estos discípulos la meta, el final… pero para llegar hay que transitar un camino, un trayecto de cambios y transformaciones…
Y tercero, estos cambios o transformaciones, se dan sólo en la presencia de Dios… el relato dice… “los llevó a un monte alto”… esto es sinónimo de “apartarse”… de lo cotidiando, de lo que nos rodea y elevarnos a la presencia de Dios.
En más de un pasaje de las Sagradas Escrituras, Dios nos insta a “subir” a su monte santo… y esto quiere decir… apartarnos de la llanura de este mundo, de lo cotidiano, de lo humano… y buscar ese encuentro a solas con Dios… para ser transformados…
Pero que implica ser transformados…
Vayamos al segundo pasaje…
Romanos 12:1-2 /NBLA
Por tanto, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es el culto racional de ustedes.
Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto.
“Y no se adapten a este mundo…”: No se amolden. No tomen la forma del molde en el que están temporalmente contenidos… este molde temporal, es el mundo que nos rodea temporalmente, porque estamos de paso. Estamos en el mundo pero no somos del mundo. Nuestra ciudadanía está en los cielos.
“…sino transfórmense…”: en lugar de ceder y amoldarnos, debemos rebelarnos contra los que quieren que seamos iguales a ellos. Nuestro destino en Cristo es infinitamente superior a este mundo caído que nos rodea. Estamos llamados a ser transformados, cambiar de forma, cambiar de naturaleza. Metamorfosis
La cultura en la cual estamos inmersos, quiere que todos sigamos un mismo patrón.
Lo que la música transmite, lo que los influencers transmiten, las redes sociales, lo que los dirigentes transmiten… todo absolutamente todo… busca alejarte de Dios.
Alejarte de sus principios, de su verdad.
Pero hay una manera de rebelarnos.
Hay una manera de ser contraculturales.
Hay una manera de ser libres, sanos y verdaderos…
¿Cual es?
Permitir que el Espíritu de Dios, que está con nosotros y en nosotros, realmente sea quién nos transforme… reemplazando mentira por verdad… mostrándonos nuestra equivocación y dejando que esta sea reemplazada por la verdad, la Palabra de Dios.
Debemos de una vez por todas, aceptar que durante años hemos permitido que la cultura que nos rodea, nos de forma.
En todos los aspectos de nuestra vida hemos permitido que los pensadores, los creadores de opinión, los artistas, la televisión, lo que hemos leído, la música que hemos escuchado, etc. etc. todos ellos han aportado su granito de arena para darte forma…
Me refiero a nuestra forma de ver la vida, de enfrentarla, de cual es nuestra escala de valores, de que es lo más importante, de que es la autoridad, de cómo tratar o relacionarnos con los demás, con el dinero, con el trabajo…
En cada uno de estos aspectos, es muy probable que tengamos la visión o la mirada de otros… que hemos hecho nuestra… pero que no es lo que Dios dice …
Pero queridos, esta no es la forma que Dios pensó para vos y para mí.
Dios nos creó y nos imaginó de una determinada manera…
Y por lo tanto Él y sólo Él, tiene la forma perfecta para vos y para mí.
¿Queremos cambiar?
Entonces, es imprescindible que comencemos a alimentarnos con la verdad de Dios y dejemos de comer la basura, la mentira de este mundo…
El Espíritu Santo utiliza esta verdad, para transformarnos…
¿Pero como es esto?
Vamos al tercer pasaje:
2 Corintios 3:16-18 /NBLA
Pero cuando alguien se vuelve al Señor, el velo es quitado.
Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad.
Pero todos nosotros, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu.
Jesucristo es Señor, así lo declara la Palabra de Dios en Filipenses 2.9-11
Por lo tanto, hay 2 formas de vivir en relación a su Señorio.
— O vivimos en rebeldía, haciendo lo que a nosotros nos parece…
— O vivimos en sumisión, reconociendo su gobierno y haciendo en obediencia todo lo que Él quiere.
Entonces, cuando nos volvemos a Dios, reconociendo a Jesucristo como nuestro Señor, el velo espiritual que teníamos y que nos impedía conocer a Dios, es quitado.
Como dice el vs. 17, …donde se le reconoce a Jesús como Señor, allí el Señor por medio de su Espíritu, gobierna, habla, nos convence de la verdad y nos trae libertad.
Y esta libertad nos permite acercarnos libremente a Él para ser transformados…
Ya no tenemos el velo que nos impedía conocerlo, contemplarlo.
Ahora tenemos libre entrada.
Y sin ningún tipo de obstáculos, podemos contemplar la gloria del Señor… podemos de alguna manera exponernos a su Luz Admirable.
La fuente de nuestra transformación proviene de la gloria de Cristo.
Cuando de alguna manera somos encandilados, somos expuestos por su Luz, por su Gloria, por su belleza, por su persona, por su Palabra, nuestra vida va siendo transformada…
Vamos dejando nuestra humanidad caída, enemiga de Dios y el Señor por medio de su Espíritu nos transfigura, nos transforma.
Tenemos esperanza de cambiar, de ser transformados… pero sólo esta esperanza esta en Cristo.